martes, 22 de diciembre de 2009

Camino al SMO

Aparentemente es una mañana como cualquier otra, aunque desperté un poco mas temprano de lo normal, sin muchas ganas claro, luego de dormitar un momento, lentamente comienzo a levantarme, si pudiera me quedaría en casa, si pudiera me escaparía, pero dicen que los milicos buscan a los remisos y cuando los encuentran los encierran en calabozos, yo no quiero problemas, siempre he sido obediente, así que mejor voy a ducharme y a tomar desayuno.

La ducha, ponerme la ropa, el desayuno todo lo hago lentamente, como una especie de ritual de despedida, no pienso mucho en lo que dejo, en realidad tengo temor de lo que viene, me han contado historias terribles sobre el Servicio Militar, lo que mas me aterra es que me peguen o que me hagan comer ratones.

Me despido de mis viejos que aún están acostados, no quiero que mi papa me lleve en el auto, voy camino a convertirme en hombre y lo mejor es comenzar desde ahora, caminando solo, además quiero despedirme de la pampa, del río, los perros y las casas.

Camino un poco apurado, con paso firme y muy tieso, como una especie de Terminator, imagino que así camina un soldado, después de todo en eso me convertiré, me dirijo al gimnasio para presentarme, no quiero llegar atrasado, no quiero dar motivos para que reten, me carga cuando me reprochan algo o me gritan, quizá por eso soy obediente, pero eso no significa que por mi mente no haya pasado la idea de escapar, esconderme, encerrarme en el edificio de la municipalidad con un revolver, obligar al estado a que me borren de la lista del los llamados y de paso hacer que las autoridades hagan cambios profundos al sistema del servicio militar obligatorio, por lo menos que ya no sea obligatorio, que no solo lo hagan los pobres, pero no tengo la valentía para eso, no sabría como hacerlo, además terminaría en la cárcel, eso es lo que mas me complica, porque no podría seguir tocando con mi banda, no podría salir con mi polola, no podría ir a la biblioteca, ni visitar las exposiciones de pintura.

Casi en el gimnasio no veo a nadie, es extraño, creo que me equivoque de fecha, o de lugar, al acercarme a la entrada escucho unas voces detrás de un árbol, son un grupo de jóvenes como yo, en total unos diez, todos aparentemente relajados, conversando haciéndose los simpáticos y pensando en lo que nos encontraríamos cuando entremos al gimnasio. Casi de inmediato comienzan a llegar los otros muchachos, ninguno me resulto conocido, de todas maneras creo que lo mejor es mantenerme unido al grupo que encontré cuando llegue.

No vemos a nadie parecido a un militar, ya son las ocho de la mañana y no hay señal de que alguien nos venga a buscar, en una de esas si hay un error en la fecha, y si se olvidaron de nosotros, podría ser que ya tienen tantos voluntarios que no hace falta que nosotros hagamos el servicio militar, o quizá solo se retrazaron y están a punto de llegar.

De pronto llega un bus, en la parte de adelante dice Fuerza Aérea de Chile, un milico sale del bus es flaco y mas bien bajo, al acercarse puedo ver mejor su rostro que mas bien parece una calavera, de tez blanca, lentes gruesos, y nos dice con voz fuerte, que debemos entrar, lentamente nos movemos, nos acomodamos, entre risas y comentarios, pero al militar no parece agradarle nuestra forma de comportarnos y nos pega un grito, “No quiero escuchar mas comentarios, van a guardar silencio, nadie se para de su asiento, en unos minutos partiremos a la Base Aérea El Tepual, en la ciudad de Puerto Montt”

El silencio es unánime e instantáneo, no queda otra, aunque algunos todavía hablan muy bajito, desearía que es el bus no pueda partir, que nos digan que mejor nos quedemos, no se, algún milagro pero esto no me esta gustando, me siento totalmente arrepentido, mientras pienso en esto entra al bus nuevamente el milico y grita “Cristian pardo Ruiz” levanta la mano tímidamente un joven que esta sentado en la parte delantera del bus, muy molesto el milico le dice “te vino a buscar tu mamita, te salvaste, sale de aquí hijito de mama” el tal Cristian se baja y el bus comienza a moverse, todos se despiden de sus familiares y amigos que los fueron a despedir, mientras yo miro las casa, la ciudad, y el bus avanza, nadie llego a despedirse de mí, así se los pedí a todos, a mis familiares, a mi novia y a mis amigos, que motivo tiene despedirse en el momento en que parte el bus, para que hacer que todos vayan a verme partir, solo para hacer que a todos les de pena, es mejor despedirse de cada uno de manera normal, como si fuera por un par de días, total solo estaré a dos horas de distancia, no es para tanto.

Nos alejamos de la ciudad y luego de quince minutos llegamos al pueblito de Chacao, para cruzar de la isla de Chiloé hacia Puerto Montt, es necesario cruzar el canal de Chacao en ferry, pero esto que normalmente demora unos minutos al parecer nos tomara unas horas, ya que la cola de autos es enorme y el calor es cada vez mas ahogante. Mientras esperamos a que los vehículos avancen unos centímetros cada diez minutos, se acerca al bus un muchacho de mas o menos nuestra edad a vender bebidas en lata, el Cabo le da permiso para subir, yo me preparo para comprar una lata ya que el calor, el aburrimiento y la sed me tiene desesperado, algunos compran algo de comer otros piden algo para beber, el joven vendedor se acerca a mí y deja su canasto con bebidas en el asiento que esta a mi lado y comienza a entregar su mercadería, no puedo soportar la tentación tengo a mi lado el canasto con las bebidas, llevo poco dinero, no se cuanto tiempo estaré ahí, lo mejor es ahorrar todo lo que pueda, además siempre he sido tan correcto y ahora me veo metido en esto, de nada me sirvió portarme bien, de nada vale ser honesto, todos mis compañeros de colegio de la misma edad que copian en clases, que hacen trampas en los juegos, que hacen la simarra, que fuman y tantas otras cosas, ninguno de ellos esta en este bus. Así que con mucho nerviosismo, con miedo y sin que nadie se de cuenta tomo una lata y la guardo junto a mi asiento, el bus se echa a andar para meterse al ferry y el vendedor ágilmente salta del bus. Ahora satisfecho por mi proeza tomo mi lata con ambas manos, la observo, la abro y la tomo como si se tratase de un premio, ahora estoy en el servicio militar y las reglas cambiaron, no puedo ser el niño tímido que siempre se porta bien.

Una vez en el ferry, nos autorizaron para bajar y tomar aire, después de todo a donde podríamos escapar en medio del mar. El cruce en ferry es hermoso, ya lo había hecho antes algunas ocasiones, la gente queda maravillada cuando lo vive por primera vez, por el paisaje, por lo que significa cruzar en una embarcación llena de vehículos, autos, camionetas, camiones y buses. Nos sentamos en una de las partes mas alta, justo delante de la cabina de mando, creo que así se llama, éramos unos cinco, elegimos este lugar porque tiene la mejor vista, uno se puede sentar en el suelo y se ve bastante seguro. Mientras avanza el ferry puedo apreciar como nos acercamos al otro extremo del canal de Chacao, el lugar donde bajan los vehículos se llama Pargua, es un pequeño pueblito, en el que se detienen los viajeros a esperar el momento de cruzar a la Isla Grande de Chiloé.
Ya en tierra firme nos encontramos nuevamente con una fila interminable, la mayoría son autos de turistas que dejan la isla, el bus se mueve lentamente otra vez, es como si algo no quisiera que lleguemos, o como si algo me indicara que lo que viene no será agradable.

Finalmente, el bus toma la carretera, toma velocidad y el momento del encierro esta cada vez mas cerca, mi angustia crece, pero mi resignación también, solo espero ser parte del montón como me aconsejo mi amigo Cristián, el esta cumpliendo su servicio militar en la Fuerza Aérea en Puerto Montt. Dijo que me ayudará cuando llegue, me dirá que debo hacer, como comportarme y todo lo necesario para que se me haga un poco mas llevadero todo dentro de la Base.
Luego de seis horas de viaje puedo ver que nos acercamos a la ciudad de Puerto Montt, es grande como la recordaba, pero no entramos a la ciudad, al contrario el bus dobla hacia la izquierda veo un letrero que dice aeropuerto, Los Muermos, y no se que mas, diez minutos mas y llegamos al aeropuerto, puedo ver aviones reales, algunos muy antiguos, casi se me olvidaba lo mucho que me gustan los aviones, son hermosos, siempre me he preguntado como es posible que vuelen. Pero pasamos de largo el aeropuerto y llegamos a unas casetas de madera muy altas con unos soldados con fusil nos abren el pórtico, estamos en la entrada de algo que parece una base militar, es enorme, mucho más grande de lo que imagine, incluso me parece un lugar lindo, bien cuidado, limpio, con pinos a los lados y asfaltado, veo unos galpones enormes, un edificio, aviones militares que despiertan mi curiosidad, varias otras construcciones que parecen viviendas, hasta un gimnasio y claro la pista de aterrizaje que es realmente grande.

Finalmente el bus se detiene, el cabo nos ordena bajar y hacer una fila y nos dirigimos en dirección a un grupo de más grande de jóvenes que al igual que nosotros han llegado a cumplir con el SMO.
Ya estoy aquí, no tengo idea de lo que me espera, imagino que si otros lo soportaron yo también puedo, atrás quedo todo lo que amo, no se cuando los volveré a ver, no se si luego de esto seguiré siendo el mismo, no lo se.

lunes, 21 de diciembre de 2009

SMO - Una Pesadilla

De pie en medio de la calle, es temprano, estoy frente a la casa de mis padres, un sudor helado recorre mi espalda, mis piernas tiemblan, mis mejillas están encendidas y me ahoga la angustia. De pronto comienzan a llagar mis familiares, mi padre, luego mi madre y mi hermano, no puedo creerlo con comprendo que hacen ellos aquí, luego se paran a mi lado mis vecinos, todos formados, algunos de mis amigos, todos formados en tres filas, una detrás de la otra, los uniformados que nos sacaron de casa vestidos con de combate, cascos en sus cabezas y pesados fusiles nos miran con desprecio…

Entonces miro el reloj, son las 5:45 de la mañana, estoy despierto, me encuentro en mi cama, no estoy formado afuera de la casa de mis padres, ni en el bus camino a la base, estoy seguro, soy libre, fue solo una pesadilla, una mas, la misma que hace más de diez años se me repite de vez en cuando, cada vez con menos frecuencia, a mi lado esta mi mujer, duerme placidamente, en poco mas de una debe levantarse para ir a trabajar, yo en cambio, me encuentro cesante, con algunos compromisos que cumplir trabajos pequeños que debo entregar, nada realmente interesante.

Despertar una vez más con esta sensación de temor, aunque estas pesadillas se repitan cada vez con menos frecuencia, su efecto siempre es el mismo, un terrible miedo se apodera de mí, el solo pensar en vestir el uniforme, regresar a la base, sentir los gritos en mi oído, ver aquellos rostros llenos de ira, soportar a los soldados antiguos que a veces eran peores que los mismos instructores, o ser castigado por cualquier motivo sin importar que ni siquiera yo estuviera presente cuando ocurrió la falta.

Pensar en todo esto me lleva casi de inmediato a encender mi computadora, quizás en la Web exista algún material con información sobre otras personas que vivieron algo similar a lo mío en el SMO. Rápidamente me encontré con una serie de comentarios sobre el tema, impresionado con los relatos de diferentes vivencias, leí uno a uno lso comentarios que en realidad siempre creí, solo me habían afectado a mí. Sin embargo el caso es que solo encontré pequeños relatos, comentarios y opiniones, que en su mayoría se remiten a golpizas y abusos de instructores, o cosas de ese estilo. Pero el SMO es más que castigos e insultos, también se conoce la amistad, la disciplina y el orden entre muchas otras cosas. Creo que las personas debemos quedarnos con lo mejor de cada experiencia, eso no implica olvidar aquellas cosas que nos dañaron, con ellas hay que convivir, se deben superar, darles un buen uso, esa es mi intención al escribir estas líneas, desahogarme, limpiar aquellas cosas que guarde durante tanto tiempo y que por diferentes motivos escondí en lo mas profundo de mi ser.

Mientras realicé el SMO, registre todas mis vivencias en un diario de vida, una idea que nace cuando tenía quince años, casualmente me topé con los diarios de vida de mis hermanas mayores, me pareció una buena idea registrar aquellas cosas que a uno le ocurren día a día, quién sabe quizás a alguien podrían interesarles en el futuro. Mi diario me acompaño en esta nueva experiencia, a pesar del riesgo que corría de ser descubierto por alguno de mis compañeros o peor por uno de mis instructores.

Más no conforme con mis memorias de aquella época, hace unos años decidí registrar en forma escrita detalles de otros momentos que viví en el servicio militar obligatorio, a menudo vienen a mi mente recuerdos que son dignos de relatar, escribí varias páginas, muchas son anécdotas inolvidables que estoy seguro mis excompañeros deben recordar tanto como yo. Es curioso como en medio del dolor y la frustración uno puede encontrar el espacio para la risa.

Sin embargo por algún extraño motivo deje de escribir sobre esto, quizás el miedo a que alguien se moleste por lo que cuento, o la sensación de que a nadie podría importarle mis vivencias, o simplemente las múltiples actividades que realizo.

Quiero dejar muy en claro, que lo que me lleva a escribir sobre esta experiencia no es el odio, el rencor o la denuncia. No busco compensaciones, muchos de los exmilitares hoy en día los considero mis amigos, a pesar de que algunos de ellos se escapan cuando me ven, nunca mi intención fue acercarme a reprocharles nada, menos a golpearlos, solo quise saludarlos, preguntarles como se encuentran, contarles un poco de mí, de mis pequeños logros, etc.


Solo busco el desahogo, el registro de un conjunto de vivencias que como antes dije me marcaron profundamente, ya sea para bien o para mal, no es mi intención juzgar eso, solo quiero compartirlo con personas que vivieron situaciones parecidas, o con quienes tienen la inquietud de saber un poco mas del tema, incluso con quienes justifican el SMO como la mejor opción para “servir a la patria”, lo cual me parece discutible.

Mañana continuó escribiendo, contaré desde el principio la forma en que ingrese al SMO, que a todo esto no tiene nada que ver con mis pesadillas…